QUE HAYAN BASTADO LOS rumores de que el BCE estaba comprando deuda de los países periféricos de la zona euro para amortiguar la caída de las bolsas y sujetar la disparada prima de riesgo en España e Italia, es la prueba de hasta qué punto lo que hemos vivido estos primeros días de agosto es una crisis de confianza. O más bien, de desconfianza.
Los acreedores de ambos países desconfían de poder cobrar sus deudas porque no ven ni políticas enérgicas de reducción del gasto público y estímulo al crecimiento privado, es lo que le ha faltado a Berlusconi en su nuevo plan –que sólo incluye hachazos—, ni tampoco un compromiso de Alemania lo suficientemente fuerte en la defensa del euro.
Grecia tiene importancia en sí misma, pero sobre todo es una prueba. Por eso, la apelación de Zapatero y Van Rompuy a los países grandes para que garanticen las sostenibilidad de la deuda griega merece ser respaldada. Lo lógico sería que los sacrificios exigidos a los griegos fueran acompañados de una hoja de ruta para convertir su deuda en deuda europea mediante la emisión de los llamados eurobonos.
Merkel se ha opuesto hasta ahora para proteger a los ahorradores alemanes de los despilfarros de sus vecinos y sólo aceptará a cambio de que Francia respalde la creación de una oficina para el estricto control del déficit de los socios del euro. Pero ya tenemos medio cuerpo fuera del abismo porque España e Italia no son rescatables, y menos simultáneamente. Es la propia supervivencia del euro lo que está en juego. O pedaleamos hacia adelante, o nos bajamos de la bicicleta antes de rompernos la crisma.
Como pidieron Trichet y Cameron hay que ir hacia una política fiscal única aplicada por un ministerio de finanzas de la eurozona. Pero eso exige reformas mucho más drásticas en pro de la competitividad y como Zapatero ya no está en condiciones de hacerlas, y menos con Rubalcaba subido al monte de la demagogia, su petición de ayuda a Sarkozy habría sido más creíble si hubiera llevado aparejado el adelanto del adelanto electoral: “Sálvennos que me voy en septiembre”.
Si en el eje franco-aleman hubieran escuchado eso, quizá la tan nombrada calma de agosto no habría faltado a su cita anual.
2 comentaris:
Estoy de acuerdo con muchas de las cosas que dices en el artículo, pero radicalmente en contra de lo del adelanto del adelanto. ¿Es que sendos adelantos en Irlanda o en Portugal han solucionado algo? ¿Acaso no ha empeorado la situación de ambos países al calor de la irresponsabilidad de Merkel? Aquí lo único que importa es la determinación de la canciller por seguir adelante con el euro. Y esa irresponsabilidad es la que está causando tantos problemas a los que, como nosotros, ya hemos cumplido con nuestros compromisos y hemos apostado por el rigor de la reducción fiscal.
No es cierto lo que dices de la demagogia de Rubalcaba. El programa propuesto por el candidato socialista es un programa socialdemócrata típico, con un compromiso claro por la reducción del déficit y de los desequilibrios de nuestras cuentas públicas y, cómo no, privadas.
Que tus ganas de que llegue Rajoy no te hagan observar escenarios ajenos a la realidad.
Sí, quizá parte de esta crisis sea el tema de confianza. Lo vimos con EEUU hace una semana, es un ejemplo que dá sostén a lo que dices. Aunque nadie pensaba que EEUU iba a dejar de pagar su deuda --creo--. El presidente Zapatero dilato sus propia crisis al negar desde un principio que la había y ahora paga los errores de ese problema. Eso, curiosamente, lo estamos viviendo aquí en Venezuela. Nos estamos endeudando de una manera... vulgar.
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