Un debate catalán

CATALUÑA IRRUMPIÓ AYER CON fuerza en el debate de política general condicionándolo de arriba abajo. Debido a la proximidad temporal con la sentencia del TC en contra del Estatuto y de la multitudinaria manifestación del sábado, PSOE y PP se vieron obligados a centrar gran parte de sus intervenciones en las aspiraciones soberanistas de Cataluña.

Por un lado, Mariano Rajoy, para reprochar a José Luis Rodríguez Zapatero la responsabilidad de haber organizado el lío del Estatuto, creando a los catalanes falsas expectativas al prometer cualquier Estatuto que saliera del Parlamento. Por otro, el presidente español, para reprochar a los populares la campaña que organizaron contra Cataluña con finalidades electoralistas.

Después Josep Antoni Duran Lleida alertó que la sentencia del TC no es un problema de Cataluña, sino de España, dejando claro que el pacto constituyente de 1978 se ha roto y advertiendo a Zapatero que si no encuentra apoyos sólidos tendrá que pensar en elecciones anticipadas porque “no se tiene que esperar de CiU lo que ésta ha ofrecido en tiempos pasados”. El portavoz de CIU en el Congreso se mostró muy duro con la gestión del Gobierno español y calificó el tono de su propio discurso como “el de un voto de censura”, aunque enseguida avisó de que eso no quería decir que estuviera dispuesto apoyar a una hipotética moción del PP. Por otro lado, el líder nacionalista se ha mostrado convencido de que el PSOE logrará aprobar los presupuestos en otoño y que Zapatero agotará la legislatura.

Pero Rajoy ayer no anunció ningún voto en este sentido, sino que pidió la disolución de las cortes porque Zapatero ya no tiene credibilidad. El presidente se refugió en el hecho de que la crisis que sufrimos no responde a ningún patrón conocido y que todos los gobiernos se han visto obligados a improvisar. Apuntó que las restricciones no se han acabado y defendió la necesidad de retrasar la edad de jubilación hasta los 67 años. Rajoy sólo insistió en jubilarlo políticamente a él y en pasar, cuanto antes mejor, la hoja de la polémica reforma del Estatuto, como sí el PP no hubiera tenido nada a ver con el “España se rompe”.

El discurso de Zapatero puso fin a las especulaciones: ni remodelación del Gobierno, ni reducción de ministerios. En cambio, sorprendió con un anuncio dirigido a los partidos catalanes: algunos de los preceptos estatutarios anulados por el TC se pueden desarrollar por vías legislativas alternativas, según ZP. El ofrecimiento fue recibido con frialdad. José Montilla se felicitó por el hecho de que "España empiece a escuchar Cataluña", pero advirtió, a continuación, que ya no hay bastante "con unas cuantas frases". Esquerra por su lado advirtió en el Congreso que a Cataluña ya sólo sirve el derecho a decidir e Iniciativa dejó claro a Zapatero que no había entendido nada de la gran manifestación del sábado y que se merece la huelga general.