La semana pasada despedimos en ‘La Plaza’ a una de nuestras contertulias. Se trata de la empresaria Pilar Almagro que ha cogido las maletas para picar piedra en Chile y abrir allí una sucursal de su compañía, de las pocas constructoras solventes de tamaño mediano que quedan en España.
La suya, gracias a su liderazgo y perseverancia, no ha muerto por balance, como les sucede a la mayoría que han llegado a estas alturas de crisis, y al contrario parece –hasta donde sé— que es totalmente solvente. Sin embargo así, estoy seguro de que Pilar anticipa posibles riesgos.
El punto de vista de Almagro ha levantado pasiones entre nuestros oyentes. Su tesis, por ejemplo, sobre los salarios en España que evolucionan insolidariamente a la realidad de las compañías ha provocado no pocas reacciones, en su mayoría de rechazo pero en muchos otros de admiración. Me quedo con éstas últimas… defender que los sueldos crezcan me parece ir a favor de la corriente e ignorar la realidad. La valentía con la que claramente aboga por la contención y hasta, por qué no, por la reducción de la retribución ha abierto interesantes debates en nuestro programa que han contribuido a saber en qué punto de realidad estamos.
Pilar paga 200 nóminas cada mes y me preocupa que no haya espacio aquí para una empresaria como ella. Algo no está funcionando bien cuando Almagro y muchos otros valientes tienen que hacer la maleta y crecer en el exterior. De media el 15% de la facturación de las empresas españolas proviene, a fecha de hoy, de otros páises. La marca España penaliza y la mayoría de nuestras multinacionales (grandes y pequeñas) prefieren ocultar sus orígenes en pro de su cuenta de resultados. Ambos hechos, que muchas pymes y grandes compañías crezcan en el exterior por la languidez de nuestra demanda y el disimulo de su procedencia, son los síntomas evidentes de la crisis económica. Los cinco millones de parados, también. El medio millón de hogares sin ingresos, también. Las 300.000 personas que acudieron a Cáritas en 2010 por primera vez, también...
La realidad en nuestro país es que la economía no responde. Los indicadores avanzados del segundo trimestre apuntan el frenazo del pingüe crecimiento con el que empezamos el año (0,8% del PIB) y con toda probabilidad terminaremos 2011 con un diferencial de apenas el 0,6%. Estas proyecciones evidentemente contemplan un escenario para los próximos meses ligeramente peor al que llevamos transcurrido en 2011, aunque tradicionalmente el tercer trimestre arroja importantes crecimientos. Entretanto, seguimos pasmados y no avanzamos en asuntos clave para la salud de las empresas: a saber dos millones de profesionales están en vilo por la evolución de sus sueldos con la incertidumbre que ello acarrea a quiénes los pagan.
Estos empresarios son los que están mejor. Otras pymes han soportado incrementos de hasta el 6%, en un contexto de caída de la facturación, debido a convenios que se pactaron previamente a la crisis y que ahora ignoran la realidad de las empresas. Dicho de otra manera el 98% del tejido empresarial está expuesto a condiciones inamovibles que pueden llevar al precipicio a esas compañías y por ende a sus trabajadores. Pero este esfuerzo es en vano. La confianza del consumidor cae 21 puntos porque aquellos que tienen un sueldo ahorran debido a la desconfianza generalizada, con lo que el esfuerzo de las pymes por los salarios no se traslada al resto de la cadena. Además ahorran, claro está, los que llegan a final de mes... una especie en vías de extinción.
Pero Pilar no se lleva nada de esto en su maleta… Va cargada de ilusión, saber hacer y sobre todo de ganas. Es lo que percibí horas antes de embarcar, en nuestro (por ahora) último programa juntos. Así que una empresaria más fuera del país, aunque deja empresa en Catalunya. Quizá no incrementará nuestro PIB con esta expansión, pero sí (supongo) nuestro PNB. Aunque no sé qué importancia puede tener esto, ya que como ella misma parafrasea constantemente “no nos empeñemos en poner puertas al campo”.
Pilar, mucha suerte. Y gracias...
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