EN LA ÉPOCA DE MARIANA DE AUSTRIA, las cartas, para horror de los nativos 2.0 que pululan hoy por la Red a sus anchas desgraciando el idioma con sus incompresibles abreviaturas y otras aberraciones lingüísticas, monopolizaban las comunicaciones. Claro que no había otra manera, porque aún ni pensaban en las alternativas para largar chismes con las que gozamos actualmente.
A pesar de que sobre las misivas recaía el peso de anunciar desde matrimonios hasta declaraciones de guerra, no muchos sabían escribir. A otros, muy reales ellos, llanamente les daba pereza. Sea como fuere, esa oscura época --no estrictamente la de Mariana de Austria-- alumbró el nacimiento de la mayoría de los actuales servicios de correo real. Huelga decir que fue cuna de los grandes clásicos de la literatura española.
La escritura ofrece --en pretérito, también-- una ventaja: puedes decir lo que quieras sin hacerlo cara a cara, que siempre cuesta más. Es un campo abierto a la sinceridad. Por supuesto era en los mensajeros donde se descargaba toda la ira del receptor, si procedía. Sólo a Quevedo, que no se cortaba ni con una hoja de afeitar de las de la época de Felipe IV, parecía importarle poco usar su verbo alto y claro para decir lo que pensaba... claro que él podía. Obviamente no murió, como es sabido, por un derrame bucal.
En el siglo XXI muchos, sin embargo, fenecerán por la hemorragia que les causará hacerse añicos la lengua. Particularmente los políticos españoles, y por afinar un poco más, los militantes del PSOE. Claro que para eso están los periódicos. Este lunes, Alfredo Pepunto Rubalcaba pide el adelanto electoral a Zapatero porque considera acabado el actual ciclo monclovita. Normal, si no, no se habría ido. Quién sabe por qué no se lo dice abierta y directamente y por qué las pide con Cebrián como persona interpuesta. Éste, ávido de la influencia perdida, ha mandado a su periódico, con el permiso de Liberty, a editorializar justo lo contrario de lo que hasta ahora había defendido.
Así que El País, cumpliendo con su histórico cometido, se ha apergaminado y autolacrado de nuevo para hacer llegar un mensaje al (futuro) ex-presidente del Gobierno que nadie (ni Botín) le traslada en persona: “Zapatero, convoca elecciones o nos hundimos (más)”. En época de González, con Polanco vivo, el editorial --que los hubo-- estaría matizado: “Felipe, convoca elecciones o te hundimos (más)”. Como la Historia, lo de El País es cíclico. Está acostumbrado a mandar mensajes y luego a recibir la ira del destinatario. De todas maneras, me asalta una única curisidad... discernir quién dio el pie al artículo, si Rubalcaba o Cebrián, y por lo tanto saber quién es la cabalgadura y quién el herrador en esta historia.
1 comentari:
De parida nada, está muy bien escrito y es muy interesante. Aunque discrepo en el mensaje.
Hasta donde yo sé, Rubalcaba es partidario de tomar la decisión cuando la crisis de deuda se tranquilice. Lo de hoy más bien lo he visto como la última pataleta de Cebrián, vaya a ser que Zapatero convoque elecciones de aquí a nada y no le dé tiempo de darle un buen par de hostias.
Rubalcaba no puede haberle pedido a Cebrián que pida elecciones antes de noviembre, entre otras cosas porque la conferencia política es a finales de septiembre y apenas tendría tiempo de dar a conocer su proyecto.
Un abrazo.
Publica un comentari a l'entrada