DESGRACIADAMENTE 28 AÑOS DESPUÉS de la polémica expropiación de Rumasa, José María Ruiz-Mateos ha vuelto a incurrir en las mismas prácticas que desembocaron en la intervención pública del holding de la abeja. Ha creado un grupo empresarial basado en el fuerte endeudamiento, con una estructura muy poco transparente y con operaciones heterodoxas como el traspaso de fondos entre compañías. Es decir, el patriarca tropieza en la misma piedra.
No todo son 'errores' y algo ha aprendido a golpe de nacionalización. Los del clan jerezano admiten que su dinero está “protegido” ante otra “intervención”. Sin embargo, Ruiz-Mateos ha vuelto a repetir muchas de las prácticas que motivaron que Miguel Boyer ordenara la expropiación de Rumasa el 23 de febrero de 1983 –¿Qué tendrá el 23F que siempre nos llevamos algún susto? El saneamiento y liquidación de esas empresas supuso un coste para el erario público de 6.000 millones de euros.
No es anecdótico, por otro lado, que las principales compañías del holding estén controladas por sociedades radicadas en paraísos fiscales como Curaçao, Belice y otros lugares, según he leído en El Mundo. El modelo tiene nombre, se llama dutch sandwich y permite hacer grandes negocios con una reducida inversión, mínimo pago de impuestos y un patrimonio opaco siempre a salvo de la Justicia. Esta podría ser la lección que el patriarca ha aprendido entre el “que te pego leche” y el “me pego un tiro”.
La ministra de Economía, Elena Salgado, defendió al Gobierno preventivamente de la que se le puede caer encima si, después de Fórum Filatélico y Afinsa, otros miles de inversores se quedan compuestos y sin ahorros. Según la vicepresidenta, el Ejecutivo ha hecho ahora lo que estaba en su mano para advertir a los inversores de la Nueva Rumasa del lance al que se exponían. La CNMV emitió siete comunicados en este sentido. Como predicar en el desierto.
Democratizar el capitalismo tiene sus riesgos, particularmente si la gente es poco prudente, o crédula. Más si la picaresca campa a sus anchas. Casos como la venta de sellos –Fórum y Afinsa-, de pagarés –Nueva Rumasa- o de opciones y futuros –chiringuitos financieros- demuestran que hay que revisar la Ley. Estoy con el abogado Julio Molinario que el jueves en La Plaza no entendía cómo es posible que el Estado pueda cerrar un restaurante en Marbella por permitir fumar a sus clientes y que, por el contrario, no tenga armas legales para controlar emisiones en las que se capta el ahorro de miles de personas.
España tiene folclore. La literatura va plagada de personajes como Ruiz-Mateos. O al revés, el patriarca podría inspirar centenares de futuros clásicos. Y para que no falte de nada en este déjà-vu, como hizo con Boyer, el empresario vuelve a presentarse como víctima. Esta vez responsabiliza a los bancos del desbarajuste. Pero por mucho que critique a Emilio Botín, él es el responsable de la situación financiera de sus empresas y una vez más las víctimas son los inversores que le confiaron sus ahorros, creyendo en su palabra.
El morosólogo Pere Brachfield me explicó el viernes que probablemente lo máximo que pueda llegar a pasarles a los titulares de los pagarés de Nueva Rumasa es que cobren más tarde. Se equivoca poco Pere, ya hace años que nos conocemos; pero me temo que no es descartable que muchos de ellos tengan que acudir a los tribunales para defender sus derechos. Ruiz-Mateos no se disparará un tiro si no puede pagar. Su fe se lo impide, como irónicamente recordaba Juan García también en La Plaza, y la muerte no responde por cheques sin fondos.
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