dilluns, 20 de juliol del 2009

En el 40 aniversario del alunizaje

CONMEMORAMOS LA HAZAÑA DE la llegada del hombre a la luna, a la que por cierto no se ha vuelto, y raro es el día en el que afortunadamente nos dejamos sorprender por prodigiosos avances en el mundo de la medicina. Julio Verne parece un aficionado. Enfermedades que hace apenas unos años causaban cifras importantes de mortandad, hoy están superadas. Se está en camino de controlar el cáncer y los quirófanos son lugares en los que se realizan operaciones magistrales. Lo mismo te cambian la cara que te implantan un corazón. Nada más sugerente y reconfortante que poner la inteligencia humana al servicio del ser humano para evitar el sufrimiento, el dolor, la muerte prematura.

La ciencia, incluso, llega a echar pulsos a la naturaleza y vemos como mujeres estériles dan a luz; como los hombres que nunca se sintieron tales se convierten en féminas y como, sin llegar a serlo, también ellos se pueden quedar embarazados. En la medida que avanza, se genera el sentimiento del riesgo cero.

Y es un virus el que destroza este sentimiento. En este caso el de la famosa gripe A. Un virus que surge fuera de la estación propia de este tipo de virus, que se contagia con la velocidad del sonido y que se expande como una mala tormenta. Hasta hace unas semanas, el virus de la gripe A convivía con nosotros sin que le hiciéramos mucho caso. El ver como las administraciones han actuado de manera coordinada, el saber que tenemos un sistema sanitario que, aún sujeto a errores y con deficiencias, es uno de los mejores del mundo y comprobar que el famoso Tamiflu da buenos resultados, han sido elementos más que suficientes para que el dichoso virus haya sido asumido como el calor en verano.

Pero el panorama está cambiando. El tal virus ha dejado de ser un virus 'controlado' y hoy en la calle se percibe preocupación, incluso una pizca de miedo, sobre todo en aquellos sectores que según las últimas noticias resultan ser especialmente vulnerables. Los mensajes de tranquilidad de hace unos meses ya no valen. La gente ya no se los cree como nos los creímos todos. En su momento fueron mensajes ciertos, se ajustaban a la realidad de los hechos, pero la realidad los ha desbordado de manera que cuando la ministra de Sanidad confiesa sentirse preocupada conecta perfectamente con el sentimiento general de los ciudadanos.

Es inminente una nueva reunión de los máximos responsables sanitarios de nuestro país, que hasta el momento han actuado en coordinación y bajo las pautas establecidas por la OMS, pero no estaría de más que se repensaran la situación y, sin contradecir a la OMS, pudieran establecer pautas de actuación que se adecuen de verdad a la situación española. Ya no vale con saber si el presunto afectado ha estado o no en contacto con personas que hayan viajado a determinado país, que era una de las circunstancias determinantes para realizar la prueba. El protocolo de hace unos meses se ha visto superado, tan superado que incluso hay afectados españoles en Afganistán. Ninguno de ellos se ha dedicado al turismo y además, y en contra de lo que se dijo al comienzo de esta pandemia, las altas temperaturas no perjudican al virus.

Un muy afamado cirujano español señalaba hace ya algún tiempo que la ciencia médica es una ciencia lógica, pero no exacta y el virus de la gripe A no es lógico -el calor parece beneficiarle- y su inexactitud asombrosa.

El ser humano debe, debemos, saber convivir con el riesgo y por ello no hay que caer en alarmismo alguno. La ciencia no ha logrado doblegar la vulnerabilidad de lo humano. Partiendo de esta realidad hay que afrontar la situación que nuestras autoridades sanitarias deben gestionar con un amplio margen de maniobra, sin supeditarse de manera absoluta a las pautas de la OMS.

España es el país de la Unión Europea, después de Gran Bretaña, con más casos de gripe A, de manera que las pautas de actuación tienen que ser distintas a las de, por ejemplo, los países nórdicos, de modo que si es necesario cambiar protocolos, que parece que sí, España debe hacerlo con independencia de lo que diga la OMS. A la espera de las conclusiones de la ya citada reunión de todos los responsables sanitarios, se impone la calma y sin alarmismo alguno y ante el menor síntoma acudir al médico y exigir de inmediato, la prueba correspondiente, porque ya cualquiera puede ser un afectado. Y ya hay demasiados.

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