LA SITUACIÓN INTERNA DEL PP está llevando a su dirección nacional a cometer algunos excesos. Reacciones desmedidas que parecen inspiradas en el deseo de desviar la atención sobre las implicaciones de sus cargos públicos en el llamado caso Gürtel. Esto es lo que ha ocurrido, por ejemplo, a raíz del viaje del ministro Moratinos a Gibraltar, respecto al que significados dirigentes del PP se han rasgado las vestiduras con expresiones tan duras como “traición histórica”, “dignidad herida”, “terrible error”, etc., por entender que el Gobierno está tratando a Gibraltar como un país soberano.
Estamos ante el viejo dilema de las cancillerías en el campo de las relaciones internacionales: confrontación o cooperación. Respecto a Gibraltar, España puede dedicarse a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones locales y, sobre todo de los 3.000 españoles que pasan cada día la verja para trabajar en la colonia. Se trata de resolver problemas prácticos: transportes, actividades culturales, visados, protección social, comunicaciones, colaboración policial, etc.
Pero también podría recurrir, como parecen sugerir algunas de esas reacciones patrióticas, inspiradas por el doloroso verso suelto en el orgullo nacional, que el Zapatero recurriese al método Perejil, patentado por Aznar cuando se desplomó la autoestima de los españoles porque media docena de marroquíes desembarcaron en un inhóspito islote próximo a la costa. Es decir, invadir militarmente el Peñón "al alba y con viento de levante". ¿Qué les parece?, ¿valdría la pena?, ¿se calmaría la sed de dignidad y justicia histórica de quienes se duelen por esta espinita clavada en la provincia de Cádiz?
Por eso digo que se trata de elegir entre el fuero y el huevo. El huevo es el fomento del diálogo y la cooperación a ambos lados de la verja. El fuero es el principio de integridad territorial y el derecho de España a recuperar la soberanía, como consecuencia del mandato descolonizador de las Naciones Unidas y el artículo 10 del Tratado de Utrecht.
El Foro del Diálogo creado a finales de 2004 fue el comienzo de la actual etapa de distensión. Se trató de un acuerdo ‘tripartito’ (Reino Unido, España y Gibraltar), que consistía y consiste en resolver cuestiones de huevo. O sea, asuntos prácticos, como la seguridad marítima, los visados, el Medio Ambiente o la lucha contra el crimen organizado. Fueron los temas tratados en este tercer encuentro tripartito, que ha dado lugar al precedente histórico de la visita oficial de un ministro español a la roca por primera vez desde hace 300 años.
Respecto al fuero, se aparca pero no se olvida. Por si quedaban dudas, el ministro Moratinos recordó en la rueda de prensa posterior que la reivindicación de la soberanía española sobre el Peñón es "irrenunciable".
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