MIENTRAS LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL de la Salud, OMS, sopesaba ayer elevar el nivel de alerta mundial ante el brote de gripe porcina desatado en Méjico, EEUU declaraba una situación de 'emergencia pública' tras diagnosticar a una veintena de afectados, y en España se detectaban hasta ocho posibles casos. Esta mañana el recuento ya los eleva a 16, diez de ellos en Cataluña.
El temor a una pandemia mundial de gravedad y dimensión desconocidas es creciente, toda vez que estamos ante un virus híbrido que ya ha demostrado su capacidad mortífera y su rapidez de propagación. En esta tesitura, las palabras de la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, llamando a la tranquilidad sólo pueden calificarse de formales.
La principal prueba de que el brote de gripe porcina no sólo ocupa sino que también preocupa al Ejecutivo es la celeridad con que lógicamente puso en marcha el protocolo de respuesta el mismo jueves por la noche, sólo unas horas después de que la OMS diera la alarma. Es normal que el Ejecutivo trate de evitar que cunda el pánico mientras extrema los controles sobre los vuelos provenientes de Méjico y sobre las personas que hayan podido entrar en contacto con el virus.
La gripe aviar fue una buena escuela en lo que se refiere a la puesta en marcha de mecanismos de prevención y emergencia, pero no hay que olvidar que mientras aquella enfermedad se cebaba principalmente en las aves, esta gripe afecta a las personas. El Ejecutivo cumple con su deber al reaccionar con rapidez. Entretanto, las bolsas internacionales reflejaban, en la apertura de la sesión de este lunes, el pánico de los inversores en una bajada generalizada de los títulos de las compañías aéreas. La bolsa teme que una pandemia retrase la salida de la crisis financiera.
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