UNIRSE AL GRUPO DE "no me gustan los lunes", comprar virtualmente a alguien o hacerse fan de Súpercoco, ahora que ha vuelto Barrio Sésamo, son sólo algunas de las actividades a las que más tiempo dedican los usuarios de la red social por excelencia, Facebook.
Y que nadie crea que todo esto está improvisado, sino que los propios gestores de la red creada por Mark Zuckerberg, reconocieron que el gran reto al que se enfrentaban era lograr que los usuarios entraran y permanecieran un buen rato con las retinas pegadas a sus monitores. Veo que la respuesta a este desafío ha sido el desarrollo de una serie de aplicaciones que permiten al usuario embarcarse en actividades sin fin en las que pueden pasar horas sin darse cuenta.
No cabe duda de que esta estrategia ha sido un éxito en términos de uso y también monetarios, puesto que la publicidad como consecuencia de ello resulta más efectiva. Ahora bien, queda la reflexión de saber si la dedicación del valioso tiempo de cada usuario a estos grupos es provechosa o no.
En este sentido, son varios los sitios donde se presenta el 'top ten' de los grupos más curiosos y en los que se puede encontrar francamente cualquier cosa. Con todo, se trata de una pequeña gran trampa para el usuario puesto que de alguna forma cree que está 'socializando' e intercambiando experiencias con sus allegados, cuando en realidad lo que está es malgastando valiosísimos minutos sin miramientos.
Los grupos son creados y alimentados por los propios registrados, pero las aplicaciones (o pequeños programas que se instalan en los paneles de control de Facebook) son promovidas y en muchas ocasiones desarrolladas por la propia red social y algunas son tan exitosas como la creada por la cadena de hamburgueserías Burger King, en la que se sacrificaban virtualmente los amigos a cambio de un Whopper.
El problema es que entras en una red social con un objetivo teórico, el de relacionarte con tus amigos o conocidos, y sin darte cuenta te encuentras atrapado entre una miríada de estímulos que nada tienen que ver con el supuesto fin de la red, pero que se enmascaran de forma que el usuario crea que está tomando unas cervezas en buena compañía.
Por otro lado, no basta con separarse del monitor para permanecer ajeno a esta trampa, ya que otra de las claves del éxito de Facebook ha sido saber integrarse con diferentes soportes y trasladarse de alguna forma a nuestros móviles a través de alertas o incluso de programas propios que incluyen los iPhone y las BlackBerry, entre otros.
Precisamente, algunos 'usuarios móviles' han tenido que desactivar las alertas de Facebook porque estaban agotando las baterías de sus móviles, lo que nos da una idea de la magnitud de la efervescencia de esta red social.
En definitiva, al igual que el vino, Facebook con moderación puede resultar muy provechoso puesto que nos ayudará a reactivar aquellas relaciones que teníamos oxidadas y a reencontrarnos con ex-compañeros de la universidad y el instituto.
El peligro de esta red social es que ofrece muchos alicientes para los que se entreguen en sus brazos sin cortapisas y puede convertirse en el único aliciente por el que muchos enciendan el ordenador por las mañanas. Menos mal que nos queda el sentido del humor, y en todo este asunto ya hay quien vislumbra cómo será esta red social dentro de 40 años. Los intereses varían, pero la esencia permanece inalterada.
1 comentari:
Llamo la atención sobre otros peligros de esta red social, además de los aquí señalados: según denunció recientemente el blog estadounidense Consumerist, según una reciente modificación del contrato de uso (ése que todos los usuarios aceptan sin mirar, gran error) Facebook tiene el derecho a usar libremente todo lo publicado por sus miembros, incluso cuando éstos ya se han dado de baja. La medida, además, parece que también afecta a los que contrataron el servicio según el contrato antiguo, sin que Facebook les haya comunicado de ninguna forma el cambio de normativa, lo que tiene bemoles. Diría que la red social es una red... de arrastre, cuya finalidad real es pescar todo tipo de datos personales con los que comerciar (he estado a punto de escribir "traficar").
Por otra parte, Facebook, como todas las redes sociales, informa puntualmente del número de altas, pero no del número de bajas, que haberlas haylas, y parece que en cantidad importante. ¿Repetirá el caso de Second Life? el otromundo virtual (¿alguien se acuerda de él?) murió de inanición, con el viento del desierto silbando por sus calles deshabitadas, a pesar de contabilizar cientos de miles de habitantes... que ya no se pasaban por allí. ¿será Facebook otro Second Life?
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