A saber, TVE habría dado un golpe maestro retirando los Goya y emitiendo en directo la pataleta de Zapatero con los bancos. Susanna Griso, mucho más lista que los mandamases de la tele pública, decidió invitar al ministro de Bombillas, digo de Industria, a su programa. Ella sí que sabe.
“Al Gobierno se le está acabando la paciencia” con los bancos, se entiende, soltó el ministrillo Sebastián, para gozo de los audímetros. Mientras, casi 3,5 millones de parados hacían pacientemente cola frente a las oficinas del INEM, esperando por si el empleo prometido por Zetapé meses atrás llega ya o se queda por el camino, viendo la tele con los préstamos, esos que los bancos iban a dar gracias al aval de la cosa pública. Así que es una pena que el Gobierno haya empezado a perder la paciencia. El cabaret alternativo a los Goya habría sido una de banqueros interpretada por Pepiño Blanco atracando el Santander disfrazado de Botín, por Pedro Solbes con la melonona de Aznar asaltando una sucursal del BBVA, y por Miguel Sebastián, sin disfraces, que solo repartiría bombillas de bajo consumo delante de La Caixa.
Finalizada la función, la realidad es que el Gobierno no es el único que pierde la paciencia. Sólo Pepiño Blanco y la vicepepiña del PSOE aguatan lo que les echen. Bueno, los sindicatos también. Pero los demás no. Ni la mayoría de los ciudadanos, ni los empresarios, ni los banqueros y al final ni los parados, a quienes Zetapé pretende tranquilizar con sus performances.
“Al Gobierno se le está acabando la paciencia” con los bancos, se entiende, soltó el ministrillo Sebastián, para gozo de los audímetros. Mientras, casi 3,5 millones de parados hacían pacientemente cola frente a las oficinas del INEM, esperando por si el empleo prometido por Zetapé meses atrás llega ya o se queda por el camino, viendo la tele con los préstamos, esos que los bancos iban a dar gracias al aval de la cosa pública. Así que es una pena que el Gobierno haya empezado a perder la paciencia. El cabaret alternativo a los Goya habría sido una de banqueros interpretada por Pepiño Blanco atracando el Santander disfrazado de Botín, por Pedro Solbes con la melonona de Aznar asaltando una sucursal del BBVA, y por Miguel Sebastián, sin disfraces, que solo repartiría bombillas de bajo consumo delante de La Caixa.
Finalizada la función, la realidad es que el Gobierno no es el único que pierde la paciencia. Sólo Pepiño Blanco y la vicepepiña del PSOE aguatan lo que les echen. Bueno, los sindicatos también. Pero los demás no. Ni la mayoría de los ciudadanos, ni los empresarios, ni los banqueros y al final ni los parados, a quienes Zetapé pretende tranquilizar con sus performances.
Ni siquiera Tarcisio Bertone, el “primer ministro” del Papa, de visita política en España estos días, ha podido contener un arrebato de sinceridad y criticar duramente al Ejecutivo. Ni la genuflexión de Moratinos, ni el modelito de De la Vega, y ni siquiera la promesa de que la Iglesia seguirá cobrando del Estado han evitado que, al final, al final del todo, Bertone arremeta contra aquello que pone a la parroquia socialista.
Pero el cardenal ha tomado muy buena nota de la situación económica española, esa que Zetapé es incapaz de gestionar. La realidad es que el PSOE con su inoperancia está proyectando a la Iglesia. El desplome de la economía refuerza el papel de la familia tradicional, y la innegable aportación de la Iglesia a los servicios sociales (escuelas, clínicas, hospitales, prisiones, comedores sociales...) gana relieve e importancia. En Roma dirían: "Questo diventa interessante".
Pero el cardenal ha tomado muy buena nota de la situación económica española, esa que Zetapé es incapaz de gestionar. La realidad es que el PSOE con su inoperancia está proyectando a la Iglesia. El desplome de la economía refuerza el papel de la familia tradicional, y la innegable aportación de la Iglesia a los servicios sociales (escuelas, clínicas, hospitales, prisiones, comedores sociales...) gana relieve e importancia. En Roma dirían: "Questo diventa interessante".
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