La gigantesca serpiente pesó tanto como un coche, prácticamente una tonelada y media, y entraría a duras penas por el dintel de una puerta. El paleobotánico colombiano Carlos Jaramillo, del Smithsonian Institute y el paleontólogo Jonathan Bloch, del Museo de Historia Natural de Florida, han dado nombre al monstruo: Titanoboa cerrejonensis.
La serpiente es una boa constrictora primitiva, parecida a las actuales (en la imagen podéis ver un ejemplar actual sobre una vértebra del esqueleto hallado), que vivió hace entre 60 y 45 millones de años en la cuenca del Amazonas. Su tamaño se debe, según nos han contado sus descubridores, a la temperatura de la región que estaba entre 30 y 34 grados centígrados de media anual. Ahora la temperatura media es de 28ºC.
Los animales de sangre fría se beneficiarían de las condiciones climáticas de entonces; a más calor, sangre más caliente y menor esfuerzo metabólico, lo que les permitía tener aún más tamaño y condiciones de gigantismo. De hecho me han recordado hoy que otros fósiles de tortugas y cocodrilos encontrados en el mismo yacimiento tienen también tamaños extragrandes. En los bosques tropicales es difícil hallar restos fosilizados, puesto que la roca madre se encuentra a mayor profundidad cubierta por la materia orgánica de millones de años de biomasa forestal muy abundante. En este caso, ha sido decisivo que los restos estuvieran entre el carbón de la mina.
“El hallazgo nos permitirá conocer más las implicaciones del clima de entonces con la comprensión de la vida en los trópicos”, nos ha contado Harry Greene, profesor de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Cornell.
“Los huesos fosilizados de la serpiente nos ayudarán a entender la correlación entre el clima, y cómo los cambios climáticos afectan a las especies. Será algo muy útil en vista del momento que estamos viviendo”, declara David Polly, de la universidad estadounidense de Indiana, quien también ha participado en las investigaciones del fósil.
Las temperaturas de aquel pasado en el que vivió la Titanoboa cerrejonensis, demuestran que, al contrario de lo que se piensa, la vegetación tropical vive en su estado óptimo. “Unos grados más de temperatura tiene implicaciones profundas en la dinámica de muchas especies, beneficiando a algunas y perjudicando a otras”, sostiene Jaramillo, coautor del hallazgo.
Aquel sería el caso de libélulas, dinosaurios o ballenas azules, que han evolucionado desde tamaños gigantes a las tallas que actualmente conocemos, salvo en el caso de los dinosaurios, que se extinguieron en el camino evolutivo también por una cuestión climática.
Los científicos han clasificado a la Titanoboa cerrejonensis en el grupo de las anacondas, de la familia de las boas, que son las serpientes contemporáneas más pesadas, como sabéis. La mayor anaconda viva que se ha registrado oficialmente medía 9 metros de largo y pesaba 140 kg. Sin embargo hay referencias de tamaños mayores de hasta 12 metros, siempre entre las hembras que son las más grandes, unas escuálidas vamos.
Aquel sería el caso de libélulas, dinosaurios o ballenas azules, que han evolucionado desde tamaños gigantes a las tallas que actualmente conocemos, salvo en el caso de los dinosaurios, que se extinguieron en el camino evolutivo también por una cuestión climática.
Los científicos han clasificado a la Titanoboa cerrejonensis en el grupo de las anacondas, de la familia de las boas, que son las serpientes contemporáneas más pesadas, como sabéis. La mayor anaconda viva que se ha registrado oficialmente medía 9 metros de largo y pesaba 140 kg. Sin embargo hay referencias de tamaños mayores de hasta 12 metros, siempre entre las hembras que son las más grandes, unas escuálidas vamos.
Referencias:
-Makarieva, A. M. , Gorshkov, V. G. , y Li, B.-L. Proc. R. Soc. Lond. 272, 2325-2328 (2005)
-Head, J. J. et al. Nature 457, 715-717 (2009)
-Head, J. J. et al. Nature 457, 715-717 (2009)
-Shellito, C. J. , Sloan, L. C. & Huber, M. Palaeogeogr. Palaeoclimatol. Palaeoecol. 193, 113-123 (2003)
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