
El disgusto ha sido mayúsculo. Tras la perplejidad inicial, los Ruiz Mateos han pasado a la acción para salvar a su popular marca de tomate. Su estrategia se ha apoyado decididamente en la fuerza del clan y en el poder multiplicador de la red de contactos que cada uno pueda generar, entre familiares directos, indirectos y amigos. Y todos con el mismo fin.
De esta manera, cada Ruiz Mateos y allegado de distinto grado se ha movilizado para hacer llegar a Mercadona que existe una imperiosa demanda por consumir Apis. Algunos acudiendo directamente al supermercado más cercano para reclamar un brick de tomate y otros llamando a la centralita de la cadena para quejarse por la ausencia del producto en cuestión.
De por sí, un tomate en toda regla. Sin embargo, la salsa se ha complicado aún más. Para que la cadena fuera lo más grande posible, también ha circulado un correo electrónico interno instruyendo sobre la necesidad de movilizarse. Desgraciadamente para el anonimato de la causa, uno de los destinatarios reenvió el mensaje a la propia Mercadona por error, junto a su queja por no poder comprar Apis. Y se descubrió el tomate…
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