Recuerdan en El Mundo que ya en la guerra fratricida que se vivió tras la fusión del Bilbao y el Vizcaya, Sánchez Asiaín (ex presidente del Bilbao) vivió la desagradable sensación de sentirse vigilado. Al descolgar el teléfono de su despacho escuchó una conversación que acababa de tener. Llamó al entonces presidente de Telefónica, Cándido Velázquez Gaztelu, y éste no dudó un momento: “Estás pinchado”.
Para espiar a alguien hace falta infraestructura y, por supuesto, dinero. Las entidades financieras tienen sus servicios de seguridad, sus contactos en la Policía... y siempre cuentan con un chico listo que sabe de alguien que podría hacer un trabajo limpio (o sea, sucio) y discreto.
La sospecha del equipo de Gobierno de Esperanza Aguirre de que la filtración a El País de los seguimientos a Ignacio González tiene que ver con la guerra por el control de Caja Madrid no es descabellada; claro, que hay que probarla.
González tiene la sensación de que la información que han empaquetado sus enemigos (diversos) procede de su círculo íntimo. Muy pocos sabían que el vicepresidente iba a viajar a Colombia a mediados del pasado agosto. La seguridad de su estancia, a invitación de Uribe, corrió a cargo de la filial de la empresa Canal de Isabel II (Triple A de Barranquilla). Las fotos que aparecían este jueves en El País tienen toda la pinta de haber sido hechas por personas que estuvieron muy próximas a González.
El número dos de Aguirre ha sido desde hace tiempo objeto de rumores. Según cuenta El Mundo, las sospechas de que Alfredo Prada habría encargado a dos de sus colaboradores en la Consejería de Justicia (Juan Carlos Fernández, conocido como Bolilla, y Alfredo Cabezas) el seguimiento de su compañero González fue la causa de que perdiera la cartera de Interior y, posteriormente, de su salida del Gobierno, a lo que habría que añadir su apoyo a Rajoy en el Congreso de Valencia.
Hace un mes, un periodista de El País llamó a González para preguntarle por su viaje a Johannesburgo. Dos semanas después, Interviú manejaba esa misma información. Probablemente, lo que ha sucedido es que alguien interesado en desacreditar a González y a Aguirre ha recolectado todos los dossiers que circulaban en el mercado de la basura.
El País, al publicar primero que el consejero Granados había contratado a un detective (Marcos Peña) para investigar asuntos de corrupción, estableció implícitamente una relación causa-efecto entre una y otra historia. Pero, ¿espió Granados a González? Esta hipótesis no es más que una hábil forma de desviar la atención del beneficiario de la infame operación, una trama que recuerda mucho al caso Watergate, y éste le costó el cargo al presidente Nixon. Aguirre debería recordarlo.
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