
Esta mañana un colega me daba a leer el editorial de su revista, dedicada a las instalaciones deportivas, para saber qué opinaba, sobre el texto claro. Enumeraba, esta publicación, la cantidad de ayuntamientos que han decidido tirar del plan E, como se conoce popularmente al desembolso zapateril, para modernizar sus áreas deportivas. Cambiar la tierra por césped en un campo de fútbol, instalar salas de musculación en los polideportivos, construir saunas, un órgano de piedra o una pista de carrera para pequeños coches no parece la mejor manera de gastar los recursos del Estado.
Lo que mi colega no ha escrito en su editorial es que esos ayuntamientos tendrán que rotular cada obra, con un cartel de grandes dimensiones en el que pondrá, con letras bien gordas, que el césped nuevo o que los vapores que van a tomar en breve son cortesía de Zapatero, aunque no sea verdad. Según leo en Internet, estos rótulos costarán 30 millones gastados en publicidad de dudosa legitimidad.
Desgraciadamente, la filosofía populista y propagandística que subyace en este plan nos recuerda a otras iniciativas del Gobierno, como la del descuento de los 400 euros en las retenciones. En ambos casos, estamos ante medidas que pueden contentar a su clientela electoral, pero no van a contribuir a relanzar la actividad económica ni crear empleo estable. En este sentido, desde el pasado verano, cuando Zapatero empezó a reconocer la magnitud de la crisis, el Ejecutivo no ha aprobado acción alguna que vaya encaminada hacia esos objetivos. Son planes dispersos y poco coherentes, dando la impresión de ir siempre detrás de los acontecimientos.
Da la impresión de que Zetapetas pretende contentar a todos con un desproporcionado aumento del gasto público -hasta el 5,9% del PIB, según las previsiones revisadas-, pero ello, aunque atenúe momentáneamente el impacto de la caída del consumo, no va servir para relanzar la actividad económica y sí para disparar el déficit del Estado, que después los contribuidores del mañana tendrán que pagar con más impuestos. Así que no impulsaremos nuestra economía poniendo césped artificial en los campos de fútbol, ni fabricando saunas. Se necesita una coherencia y un rigor que hasta ahora han brillado por su ausencia.
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