A VECES LOS RICOS quieren enseñar maneras de mesa a los pobres, que, a pesar de la bondad y paciencia de los pudientes, siguen metiéndose los dedos en la nariz, cogiendo el pan de cualquier manera o ¿qué decir de la pala para pescado? Habiendo buenos cuchillos con los que descuartizar... Falta de costumbre, ya se sabe.
Artur Mas, uno de los europeos del Norte, lo ha intentado, aunque ha fracasado. Así que ahora se aferra a su imperio de ensoñación, ignorando que Europa empieza en Laponia y termina, precisamente, en España, no en Catalunya. En la performance del fórum Nueva Economía, además de escupir en la cara al 80% del mercado de las empresas catalanas, mintió. A sabiendas o por omisión, pero adulteró la realidad.
Sin embargo, la oligarquía madrileña sonreía, mema ella, pensando que ésto con dinero lo arregla como si las ansias de poder del nacionalismo en general y las del catalán en particular se apaciguaran con 5.000 millones de nada.
En tres décadas, los esfuerzos han sido recíprocos: dos catalanistas, Miquel Roca y Jordi Sole Tura, redactaron la Constitución española con otros cinco ponentes, precisamente, para erigir ese estado en el que catalanes y vascos nos encontráramos a gusto. Las Cortes aprobaron el estatuto que de la afirmación ‘Catalunya es una nación’ descuelga un texto el doble de largo que la Constitución de Corea del Norte, paraíso democrático, resultante de la bipolaridad de la casta política catalana.
Pero en su esquizofrenia, Mas olvidó que hablaba en Madrid, no en otra comunidad ruinosa como Valencia, Andalucía, Aragón, Extremadura, Murcia… o sea, todas menos País Vasco, Galicia y la madrileña. “Somos como Europa del Norte”, dijo. No president, no. Los bonos basura, los catalanes; la administración quebrada, la Generalitat; la autonomía que pide el rescate, Catalunya...
¿Expolio fiscal? Opinable. Sólo hay algo más falso que la palabra de un político: sus números. Sin embargo, las estadísticas son meridianas: 700.000 parados, el PIB caerá el 1,3%, 900.000 empresas cerradas y únicamente el 10% de la inversión extranjera que capta España se asienta en los dominios de Mas. ¿Europa del Norte? Más bien Sicilia. En Catalunya sólo crecen las corruptelas, es decir la riqueza ilégitima de unos pocos. De ello se encargan Pujol, pujolín, pujolet y pujolandia, que desde 1980 mandan y mandarán a golpe de comisionazo.
Los primeros espadas de las empresas catalanas lo saben, porque lo sufren. Así que hicieron el vacío a Mas en Madrid. Como los partidos políticos. Sólo el jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, acudió al Ritz. Se sentó en primera fila. Escuchaba. No percibía, atendía. No se daba cuenta, asentía. Sonreía. Quizá porque el 11S conmemora la derrota que abrió vía a los Borbones y porque Mas habló de una Catalunya monárquica hasta con Ejército, aunque el de la OTAN.
Sólo le faltó pedirse un gorro de Napoleón para ser Artur Masaparte, aparte de España y uno de los personajes más megalómanos y nefastos para Catalunya. Al tiempo.
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