EL RESULTADO DE LAS elecciones celebradas el miércoles no deja lugar a dudas: Jacob Zuma, líder del Congreso Nacional Africano, será el próximo presidente de Sudáfrica. Tras el héroe de formas exquisitas que fue Nelson Mandela y el perfil tecnócrata de Thabo Mbeki, dos tercios de la población han optado por alguien que alardea de su pasado como pastor de cabras, su falta de estudios o su poligamia -por cierto, se sigue buscando primera dama entre tanta ‘esposa’- para presentarse como el líder del pueblo.
Su programa de gobierno es un enigma, pues ha dicho a cada cual lo que quería oír sin reparar en el contexto de crisis económica. A esa incertidumbre hay que añadir la inquietud que genera su trayectoria plagada de escándalos. Zuma fue acusado de violación y los muchos cargos por corrupción que le imputaban fueron retirados para no perjudicar su carrera electoral, amén de que su actitud con la oposición o la prensa no revela exactamente fervor demócrata.
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