dijous, 5 de març del 2009

El arte del chantaje

QUE LA INDUSTRIA AUTOMOVILÍSTICA norteamericana va fatal no es ninguna novedad. En el mes de febrero, las ventas han caído en un 41% (-53 % General Motors, -48% Ford y -37,5 % Toyota). Sin embargo, que uno de los grandes del sector, General Motors, pretenda salir del apuro obligando a pasar por caja a los gobiernos de Alemania, España, Gran Bretaña, Austria, Polonia y Bélgica sí que es algo inaudito.

Pero así están las cosas. General Motors Europa dice que en abril se quedará sin fondos. En el año 2008 las pérdidas totales sumaron 2.800 millones de dólares. Unos 300.000 puestos de trabajo -entre empleados de Opel, Vauxhall y suministradores varios- están en peligro. De las filiales europeas de GM, la más potente es la Opel alemana, con 25.000 trabajadores. La menor, Figueruelas (Zaragoza), con 8.500 operarios. En el 2009 General Motors no está dispuesta a pagar la factura ella solita.

Este martes, en el salón del Automóvil de Ginebra, el director general de General Motors Europa, Carl-Peter Forster, anunciaba que Opel tendrá que cerrar al menos tres fábricas y que desaparecerán 3.500 puestos de trabajo. No daba más detalles. No era la primera amenaza para los gobiernos concernidos, pero sí la primera en la que hablaba ya de cifras concretas. Una décima parte de los trabajadores de Opel, como poco, pueden verse muy pronto en las listas de paro no sólo en Alemania, sino quizá también en España.

En su táctica de poner a los gobiernos contra las cuerdas, Forster ha entrado en una escalada de acoso in crescendo. Pide 3.000 millones de euros, ya, y ha llegado a sugerir al gobierno de Angela Merkel que hable con sus colegas de España, Bélgica y Gran Bretaña para repartirse buenamente la factura. En el caso español, ya hace un mes el gobierno de Aragón anunció su disposición a respaldar un aval por valor de 200 millones de euros, siempre que se asegure que en Figueruelas se fabricará el Opel Meriva. Si el señor Forster sigue apretando las tuercas, tal vez sea Moncloa quien deba empezar a hacer números.

Divorcio Opel-GM

Es lo que lleva intentando desde hace semanas la canciller Merkel. Con un problema añadido: las elecciones generales se celebrarán el 27 de septiembre y los despidos masivos en Opel son lo último que necesita la primera ministra democristiana. La disyuntiva está entre aguantar manifestaciones diarias o lanzarse a salvar puestos de trabajo a discreción, ya sea en Opel, Volkswagen, Siemens o Dresdner Bank. Hasta el momento, el Gobierno alemán no ha decidido poner sobre la mesa los 3.000 millones de euros que Opel reclama para su supervivencia. Más bien está dando vueltas a otra posibilidad, que sería además transferible a otros gobiernos europeos: ayudas estatales en forma de avales o créditos durante un tiempo prudente siempre que la compañía se separe por completo de General Motors.

En esta nueva etapa independiente, Opel se convertiría en una sociedad anónima, con sede central en Rüsselsheim, muy cerca de Frankurt, y buscaría, ya sin tutela norteamericana, nuevos inversores y/o gobiernos autónomos dispuestos a aportar avales, créditos o capital. En Alemania ya han mostrado su interés en esta propuesta los länder de Renania del Norte, Hesse, Renania Palatinado y Turingia.

300.000 puestos de trabajo dependen del futuro de Opel en toda Europa. Hoy en los Estados Unidos, asesores del presidente Obama y directivos de General Motors van a estudiar las vías de salida para esta multinacional con muchos frentes abiertos en Europa. Es seguro que EEUU va a pedir a los socios europeos que en la cumbre económica de primavera aborden un plan de salvación del sector del automóvil europeo en su conjunto que ayude a enjugar las deudas contraídas por GM en el Viejo Continente. Una vez más, la solidaridad transatlántica se va a poner a prueba.

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