SÓLO FALTA PONERLE FECHA, y ese privilegio le corresponde en exclusiva a Jose Luís Rodríguez Zapatero. Pero la remodelación del Gobierno parece ya irreversible. Esa percepción se ha extendido como una mancha de aceite entre las filas socialistas, que dan por hecho que Zapatero cambiará "de arriba abajo" el Consejo de Ministros, de forma inminente, para tratar de afrontar con un nuevo equipo la recesión económica y la sobrevenida debilidad parlamentaria del Ejecutivo.
El margen de maniobra de Zapatero, dada la magnitud de la crisis económica y la inestabilidad política que se avecina por la falta de apoyos parlamentarios, es muy estrecho, según reconocen en La Moncloa: o hace los cambios antes de las elecciones europeas del 7 de junio, para llegar a la cita con las urnas sin el lastre de sus ministros más quemados, o la aborda inmediatamente después del debate sobre el estado de la Nación, que se celebrará unas semanas después. Pero son mayoría quienes se inclinan por la primera opción, conscientes de que un "golpe de efecto" podría contrarrestar, al menos en parte, la ventaja con la que el PP, beneficiado por el desgaste político del Gobierno, llegará a los comicios de junio.
"Casi todos dábamos por descontado que Zapatero haría una crisis de Gobierno a finales de este año o como mucho a comienzos de 2010, coincidiendo con el semestre de la Presidencia española de la Unión Europea. Pero esos planes ya no sirven", sostienen algunos socialistas. "La recesión y las elecciones vascas y gallegas han dejado a Zapatero en una situación muy comprometida, y tiene que dar cuanto antes un golpe de timón para demostrar su autoridad y tomar la iniciativa. No puede limitarse a dejar pasar el tiempo y confiar en que la crisis escampe, porque ni él mismo sabe cuánto va a durar. Nadie lo sabe".
La ansiedad por conocer cuándo se producirá esa remodelación del Gobierno, que prácticamente nadie discute, se apoderó ayer de los periodistas que acudieron al palacio de La Moncloa para cubrir la rueda de prensa ofrecida por Zapatero y el primer ministro de Serbia, Boris Tadic. Ante la avalancha de preguntas sobre esa cuestión -casi nadie se acordó de la independencia de Kosovo, cuyo rechazo comparten ambos gobiernos-, Zapatero trató de echar balones fuera recordando los "retos" a los que debe hacer frente el Ejecutivo en los próximos meses, sobre todo "trabajar contra la lucha contra la crisis económica" (sic). Pero, pese a la insistencia de los informadores, no dijo una palabra sobre los cambios en el Ejecutivo.
"Es lógico que no quisiera entrar al trapo. Zapatero sabe administrar muy bien los tiempos, y sería absurdo que anunciase una crisis de Gobierno de gran envergadura por la presión de los periodistas y en presencia de un mandatario extranjero. Esas cosas no se improvisan", apunta una diputada socialista. "Es cierto que algunos ministros tienen muchas más papeletas que otros para salir del Gobierno, pero es muy arriesgado hacer pronósticos. Los cambios sólo están en la cabeza de Zapatero", añade.
Solbes, en todas las 'quinielas'
Pero muy pocos se resisten a hacer quinielas sobre quiénes pueden entrar y salir del equipo de Zapatero. Pedro Solbes aparece en todas las apuestas. El vicepresidente económico, que hace unas semanas volvió a bromear -o no- sobre su anhelada jubilación, está amortizado políticamente y su relevo se da por seguro.
Agotado, sin ideas y presa fácil de las mofas de la oposición -el diputado del PP Vicente Martínez Pujalte le preguntará mañana, en la sesión de control al Gobierno, por qué ironiza sobre el deseo de perder su empleo cuando más de 5.000 trabajadores se van diariamente al paro-, se cree que la marcha de Solbes ya está pactada con Zapatero, y que éste le habría pedido que aguante unos meses más -o tal vez sea cuestión de semanas- hasta que complete todas las piezas del puzzle.
La ficha de Solbes no será la única que mueva Zapatero: la remodelación del Ejecutivo será de gran calado. Además del vicepresidente y ministro de Economía, al menos otros cinco miembros del Gobierno tienen motivos para temer por su futuro político inmediato, incluida la propia vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, cuyas relaciones con Zapatero se han enfriado considerablemente en los últimos meses, según cuentan en La Moncloa.
"Que nadie dude de que, si tiene que prescindir de De la Vega, lo hará y punto. Zapatero ya ha dado muestras suficientes de tener pocos remilgos a la hora de sacrificar a quienes ya no le sirven, aunque fueran políticos valiosos y cercanos a él", afirma un diputado socialista.
La titular de Fomento, Magdalena Álvarez; la de Vivienda, Beatriz Corredor; el de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y hasta el incombustible y bien valorado ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba -aunque este último por razones personales y no políticas-, podrían correr la misma suerte que Solbes, sobre cuyo sustituto se han disparado las especulaciones en las últimas semanas: el comisario europeo Joaquín Almunia, el secretario de Estado de Economía, David Vegara, y el catedrático de Economía de la Empresa Emilio Ontiveros se barajan como posibles candidatos.
Me aseguran que es muy probable la entrada en el Gobierno del número dos del PSOE, José Blanco, y el ascenso de la responsable de Defensa, Carme Chacón, aunque Zapatero podría reservarla como cabeza de cartel para las elecciones generales de 2012 si el líder socialista decide, finalmente, no aspirar a un tercer mandato.
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